La exaltación de la nada

Carta nº2 /

¿Qué es la naturaleza? ¿Nos cuestionamos acaso, por qué un árbol es verde o el olor del mar? Es algo que está ahí, simplemente sucede, y lo aceptamos como lo que es: algo natural.

¿Por qué no hacer lo mismo con la naturaleza que nace de nosotros mismos?

El homenaje al cuadrado es una de mis obras favoritas de la historia del arte. Es una pieza que pertenece a una serie realizada por el artista alemán Josef Albers. Durante veinticinco años desarrolló unos estudios teóricos sobre cómo interaccionan los colores entre sí y cómo cambia la percepción de ellos según su disposición y proporción. Una serie que rinde homenaje al cuadrado situándolo en distintas profundidades, creando espacios, universos, con tan solo una variación en el tono de color.

Además de por su importancia conceptual y técnica en el arte y el diseño, siento especial devoción por esta obra por el significado que veo en él. Quizás Albers no pretendía esconder concepto alguno tras estos estudios visuales, quizás su objetivo era puramente teórico. No obstante, el contexto y la experiencia hace la mirada y creo que una obra de arte se completa cuando es observada, por tanto existen tantas obras de antes dentro de la misma como observadores tenga ésta, y esta pieza en concreto me transmite una fuerte connotación conceptual.

Dentro de esta obra veo un concepto que ha estado muy presente en mi vida, a veces por su presencia y otras por su ausencia: la focalización. El tan anhelado equilibrio mental y la evasión que requiere a veces esta época aficionada a la celeridad y el exceso. Si miramos al cuadro, realmente no hay nada. No existe un elemento principal más allá de la jerarquía cromática. Vemos tres marcos, cada uno con un tono de color diferente, que no contiene ˝nada” en su interior. En diseño, arte y fotografía, el marco se utiliza para destacar visualmente un elemento. Éste queda enmarcado y se le da importancia. Aquí Albers está enmarcando la nada, como si ésta fuera la obra de arte, y la sucesión de cuadrados el marco que lo protege. Una obra de arte sobre un lienzo. Aquí la obra es el vacío, la ausencia.

La tristeza es una emoción natural. Real. Igual de importante que la alegría o el amor, aunque las sensaciones que produce no sean igualmente satisfactorias, Pero aunque no lo sean, son de gran importancia para nuestro desarrollo personal. A menudo, cuando experimento la tristeza, siento la necesidad de estar en soledad, de adentrarme en el silencio y la reflexión. Siento la necesidad de refugiarme en algún lugar. Este cuadro, como muchos otros, es uno de esos lugares. Es un refugio donde evadirse del contexto que te rodea haciendo posible alcanzar ciertos niveles de autoconocimiento y desarrollo personal. Se diluye el ruido exterior, y las ideas, pensamientos y emociones se clarifican. 

Guardo con gran cariño el momento en que me paré a observar esta pieza y las emociones que experimenté la primera vez que tomé consciencia ante ella. Esta reflexión no es más que un recordatorio para aceptar la existencia de días grises y que los diferentes tonos de gris forman parte de la naturaleza humana. Esta obra de Albers nos enseña que, mediante la soledad y el silencio, uno puede llegar a aceptar su propia naturaleza y descubrir los diferentes tonos de color que existen en cada uno. Están ahí, sobre el lienzo, sólo hay que pararse a observar la obra de arte.